PRÓRROGA SUBRÉGIMEN INDUSTRIAL

Prórroga del subrégimen industrial podría impactar negativamente en el mercado laboral

El autor de la nota advierte que asegurarle a nuestras empresas electrónicas que el subrégimen se mantendrá hasta el 2073 es generarles un derecho que no se sabe "si efectivamente redundará en un mantenimiento de la mano de obra, ya que cualquier empresario dispuesto a invertir y producir, lo hará en mayor proporción si se le asegura una perspectiva a largo plazo también mayor".
martes, 4 de diciembre de 2018 · 10:27

Recientemente se ha presentado un proyecto de ley, pretendiendo prorrogar hasta el año 2073 el subrégimen industrial que rige en nuestra provincia.

En principio, todos los fueguinos nos plegamos a esta iniciativa, entendiendo que este subrégimen es “un importante eje del desarrollo económico y de radicación de miles de argentinos en la Isla Grande de Tierra del Fuego” (fundamentos acompañados por la Senadora Boyadjian).

Pero a poco que se analiza la cuestión en profundidad, se advierten algunos riesgos en su aprobación.

En efecto, sabido es que la tecnología está sustituyendo millones de empleos en todo el mundo, en especial los que requieren menos habilidades; incluso, empresas enteras que no logran adaptarse a estos cambios, sucumben en el intento.

Siguiendo a Andrés Oppenheimer, pensemos en Kodak o Blockbuster, con decenas de miles de empleados a nivel mundial, unos pocos años atrás, y hoy en quiebra.

Estos cambios han sucedido muchas veces a lo largo de la historia, pero nunca con tanta velocidad como ahora, y actividades productivas que antes ocupaban muchos trabajadores, hoy casi no lo hacen.

Estudios recientes demuestran que, por ejemplo, el campo ocupaba en EEUU, un 41 por ciento de la mano de obra hace menos de un siglo, y que ahora solo retiene a un ínfimo 2 por ciento.

Lo mismo sucede en Argentina, y solo en los países más pobres la agricultura sigue ocupando porcentajes significativos de mano de obra.

Se presume que en no más de una decena de años el empleo industrial también caerá a niveles catastróficos ya que, por ejemplo en el sector electrónico, empresas como la taiwanesa Foxconn, con más de un millón de empleados años atrás en la República Popular China, está utilizando robots para ensamblar sus aparatos.

Pues bien, asegurarle a nuestras empresas electrónicas que el subrégimen se mantendrá hasta el 2073 es generarles un derecho que no sabemos si efectivamente redundará en un mantenimiento –no digo aumento- de la mano de obra, ya que cualquier empresario dispuesto a invertir y producir, lo hará en mayor proporción si se le asegura una perspectiva a largo plazo también mayor.

Pero ¡cuidado!, invertir significa hoy más y mejor tecnología, y menos puestos de trabajo; es decir, que este futuro al que inexorablemente nos acercamos se verá estimulado por esta medida aparentemente buena, que incentivará a invertir mayor capital, y esto necesariamente redundará en menos trabajadores.

Ciertamente, no es que debemos pretender seguir produciendo como hace 20 años atrás, cuya consecuencia final será la falta absoluta de competitividad y la destrucción de las empresas añejas; pero si tengamos cuidado en acelerar un proceso inverso al imaginado, o por lo menos seamos conscientes de las consecuencias lógicas que sobrevendrán.

La historia está llena de ejemplos de buenas medidas que provocaron el efecto inverso al pretendido, y en nuestro caso, esto puede suceder.

En cambio, la falta de certidumbre a largo plazo implicará menos inversión, pero -en lo inmediato y en la medida que se mantengan los beneficios hoy existentes- nos asegurará un nivel de empleo que beneficie a muchos ciudadanos fueguinos.

Ciertamente, a más largo plazo, deberemos pensar en otras soluciones.

Afortunadamente, contra los pronósticos más agoreros ante los procesos de destrucción de puestos de trabajo, las sociedades hoy más tecnificadas, son las que tienen menor índice de desocupación, ya que el empleo fue mutando a nuevos trabajos, antes inexistentes.

Hoy, y tal como lo postula Jean Tirole (premio nobel de Economía en el 2014), las preguntas que debemos hacernos son ¿cómo proteger a los trabajadores, asalariados o no?, ¿cómo prepararnos mediante la educación para ese nuevo mundo?, ¿cómo se van a adaptar nuestras sociedades?

En ese orden de ideas, parece más acertado colocar nuestros esfuerzos en lograr la creación sustentable de puestos de trabajo en áreas más compatibles con la actual robotización, y esto solo sucede si somos conscientes de la importancia de la educación de nuestra población, y de nuestros recursos únicos y exclusivos.

Respecto de lo primero, apuntalar la educación universitaria es casi un deber patriótico, y en ese sentido van medidas como la creación de nuestra Universidad Nacional de Tierra del Fuego; pero azorados vemos otras como la eliminación de la equiparación salarial que rigió por casi 30 años entre docentes universitarios nacionales y docentes provinciales, medida adoptada por el actual gobierno de Tierra del Fuego, casi en silencio.

En cuanto a nuestros recursos, no hay duda que nuestro carácter insular, cercanía con la Antártida y último punto austral significativo del mundo, es único y nos da una ventaja imposible de emular.

Esto, a su vez, nos da una posición inigualable para desarrollar tareas de investigación y logística vinculadas a aquella situación; así como para crecer como un punto turístico único de referencia mundial, siendo esta una de las seguras actividades que con el correr del tiempo se incrementará en todo el mundo, merced a la ociosidad que se deriva de la misma tecnificación.

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