SE COMPROBÓ CIENTÍFICAMENTE

La música genera el mismo placer que el sexo

Un estudio reveló que genera opioides naturales, algo que activa el circuito cerebral que se relaciona con la satisfacción y la calma. Según los científicos esta acción provoca el mismo disfrute que tener relaciones o degustar una comida.
miércoles, 15 de febrero de 2017 · 16:49
El sonido de la melodía provoca intensas emociones que se pueden ver como escalofríos, sonrisas, llanto, relajación, tensión muscular y más.

Esta relación causa-efecto se investigó en detalle. Sin embargo, poco se sabía de los procesos neuroquímicos relacionado con la experiencia musical.
 
En ese punto enfocaron un grupo de científicos de la Universidad McGill de Montreal (Canadá).
 
Partiendo de la base del placer que producen en el organismo el sexo, la comida y la música, exploraron sobre distintas zonas del cerebro y sus reacciones para conocer si generaban el mismo nivel de intensidad.

La investigación concluyó en que el placer que se siente con los sonidos musicales activa las mismas zonas cerebrales como sucede al mantener relaciones sexuales o al degustar de una comida exquisita, provocando el mismo efecto tanto a nivel físico como mental.
 
Oír canciones activa los mismos receptores opioides del sistema nervioso central que intervienen en el disfrute.

Para llegar a estos resultados las pruebas se centraron en la influencia de la naltrexona, una droga usada en el tratamiento de la intoxicación aguda por opiáceos (similar a la heroína o la morfina) y que además es una de las sustancias más potentes para provoca anhedonia, la incapacidad para sentir placer.

Un total de 17 personas formaron parte del análisis. Cada uno de ellos tuvo que asistir con sus canciones preferidas.
 
Los detalles finales, publicados en la revista Scientific Reports, demostraron que en ambos experimentos, el consumo de naltrexona redujo la respuesta de los participantes, bloqueando el 80% de los receptores muy delta, presentes en las neuronas a las que se acoplan las endorfinas o exógenos como la morfina o la heroína.
 
Así, gran parte del sistema de recompensa del cerebro se detiene. No se liberan sustancias que provocan bienestar, pero tampoco las que generan dolor o angustia.

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