Conocé los polémicos algoritmos de las "dating apps"

Las dating apps son furor en todo el mundo, y con ellas, un mismo interrogante: ¿cuál es el algoritmo que las hace funcionar? Especialistas coinciden que el criterio para generar “matches” no es del todo claro y muchas veces es solo un cruel instrumento para lograr descargas. Alcances éticos de apps que tratan con personas y sentimientos.
lunes, 5 de agosto de 2019 · 18:35

Las cifras no paran de crecer: el 46% de los usuarios de dating apps conoció a su actual pareja online y los encuentros se repiten en un 70%. ¿Pero qué alquimia secreta esconde los algoritmos de las dating apps? ¿Es verdad que existe una “preferencia estética” por algunos usuarios y otros se ven perjudicados?

Casi todas las dating apps tienen el mismo mecanismo: muestran fotos de los usuarios ante las cuales se aprueba o desaprueba el candidato en función de la apariencia física. 

Lo que poco se sabe hasta ahora es “la cocina” detrás del algoritmo que muestra esas fotos. La aplicación realiza un “ranking” a partir de ciertos rasgos físicos que obviamente son funcionales a una belleza hegemónica. Así, no hay lugar para sorpresas: los considerados “feos” por el algoritmo nunca tendrán chance de tener un encuentro con los “lindos”.

“BlindLove nació con el espíritu contrario: al no mostrar inmediatamente el total de la imagen de la otra persona, hace que prevalezcan los criterios de “match” basados en lo que verdaderamente importa en el amor: los intereses, inquietudes, gustos y hobbies. Estos ítems se completan al crear el perfil en la aplicación, así, esas características se combinan con lo específico que esté buscando la persona como sexo o ubicación geográfica” sostiene Federico Volinsky, CEO y creador de la dating app que busca diferenciarse de su competencia haciendo que las imágenes de los usuarios aparezcan inicialmente desenfocadas y solo se revelen cuando avanza la interacción, asegurándose de que la atracción no sea solo física.

Los algoritmos de las apps tradicionales son descarnados: si alguien popular (con buena puntuación) te da un like, el usuario sube en el ranking. De esta manera, los considerados “lindos” tienen una ventaja competitiva sobre los “feos” que simplemente pueden desaparecer de la plataforma. Lo que se describe no es nada alejado a las historias de la popular serie Black Mirror o The Good Place, donde las tecnologías dominan los comportamientos cotidianos y marcan pautas y hábitos.

La polémica comenzó cuando se dio a conocer el funcionamiento del algoritmo de Tinder, que se basa, por un lado, el número de swipes positivos que recibe la persona y por otro, en el número de swipes positivos que reciben las personas que hacen un swipe positivo. Esto genera un “equilibrio” para la app: en un mismo radio de acción personas reciben un número similar de swipes. Las opciones más compatibles según el algoritmo suelen aparecer en las primeras posiciones, y si se descartan, hace que sea cada vez más difícil que encuentre los que se busca.

“Este rasgo deshumanizador de las dating apps es un problema cada vez más común. Por eso me propuse crear BlindLove” Así, inspirado por su propio recorrido y gracias a la ayuda de especialistas como psicólogos, sociólogos y expertos en productos digitales y UX se creó la app que desafía los algoritmos de Tinder y vuelve a apostar al romance y a las conexiones más profundas. 

En su búsqueda por sumar más información que alimente al algoritmo, la app alienta a sus usuarios a subir más y más fotos, en cada vez mejor resolución. No hay dudas: todo se reduce a un tema de “deseabilidad” y apariencia física. En cuanto a la tecnología utilizada, se emplean herramientas de machine learning e inteligencia artificial que “clasifican” las imágenes asignándoles un puntaje según el patrón de belleza. Pero, después de todos, son seres humanos los que programan esas herramientas que al final del día excluirán a unos y dejarán seguir en el juego a otros.

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