El nuevo Código Polar de la Nación impulsado por la Organización Marítima Internacional (OMI), comenzó a regir en enero de este año con el objetivo de proteger tanto a los buques que naveguen en aguas árticas y antárticas, como al medio ambiente.
Según los especialistas, los buques que navegan esas regiones están expuestos a riesgos como malas condiciones meteorológicas, así como la relativa falta de buenas cartas de navegación, de sistemas de comunicación y de otras ayudas que plantean dificultades a los navegantes, y las bajas temperaturas y el hielo, entre otros asuntos.
Con el fin de abordar todos estos puntos, el Código Polar establece normas que obligan a los buques a contar a bordo con indumentaria térmica protectora, equipo para retirar el hielo, botes salvavidas completamente cerrados, así como la capacidad de garantizar la visibilidad en condiciones de hielo, lluvia congelante y nieve.
Desde el punto de vista medioambiental, el Código prohíbe o limita estrictamente las descargas al agua de hidrocarburos, productos químicos, aguas sucias, basuras, desechos de alimentos y otras sustancias.