GEN EMPRENDEDOR
De multitarea a la especialización: el nuevo desafío del empresario argentino
El autor de la nota advierte sobre el cambio de paradigma en el sector empresarial, que fue de desempeñarse en una diversidad de roles a la especialización y enfoque en áreas específicas. También da cuenta de los obstáculos que se le presenta al sector en ese proceso de transformación que le permita adaptarse a las tendencias del mundo en esta materia.El "gen emprendedor" argentino ha sido históricamente sinónimo de versatilidad y adaptabilidad. En contextos de constantes cambios y desafíos económicos, nuestros empresarios han desarrollado una capacidad notable para desempeñar múltiples roles simultáneamente, abarcando desde la gestión de recursos humanos hasta la implementación de estrategias financieras y la adopción de herramientas digitales. Este enfoque multitarea, o "multitasking", ha sido una respuesta natural a las demandas de un entorno impredecible.
Sin embargo, en la actualidad, se observa una tendencia que promueve la especialización y el enfoque en áreas específicas de expertise. La mejora en la productividad y la competitividad ya no se basa en la capacidad de abarcar múltiples disciplinas, sino en profundizar conocimientos en el propio campo y delegar otras funciones a especialistas. Este cambio de paradigma sugiere que el empresario debe centrarse en su metié y apoyarse en servicios externos para áreas complementarias.
Estudios recientes indican que el multitasking puede ser contraproducente. Según un artículo del Financial Times, intentar realizar varias tareas a la vez puede disminuir la eficiencia y aumentar los niveles de estrés. La investigación muestra que el cerebro humano no está diseñado para manejar múltiples tareas que requieren atención simultánea, lo que puede llevar a una reducción en la calidad del trabajo y a un incremento en los errores.
Además, la transición de un perfil multitarea a uno especializado presenta desafíos significativos. Profesionales acostumbrados a manejar diversas funciones pueden enfrentar dificultades al intentar enfocarse exclusivamente en una sola área. La adaptación requiere no solo una reestructuración de hábitos laborales, sino también una redefinición de roles y responsabilidades, lo que puede generar resistencia y una curva de aprendizaje considerable. No obstante, las dificultades planteadas, éste debe ser el compromiso empresario para acompañar el salto de página en la historia.
En cuanto a la formación y capacitación, si bien la Argentina ha mostrado un interés creciente en la educación continua y la especialización, comparativamente con otros países, aún existe un camino por recorrer para alcanzar niveles óptimos de especialización profesional.
Según datos del Ministerio de Educación, la oferta de programas de posgrado y cursos de especialización ha aumentado en los últimos años, pero la demanda y participación aún son inferiores a las de naciones con economías más desarrolladas.
En conclusión, mientras que el espíritu emprendedor argentino ha sido moldeado por la capacidad de adaptarse y asumir múltiples roles, el contexto actual demanda una reevaluación de esta estrategia. Enfocarse en la especialización y delegar funciones complementarias a expertos puede ser la clave para mejorar la productividad y mantenerse competitivo en un mercado globalizado.
Las condiciones necesarias para que este cambio prospere
Para que la transición del multitasking a la especialización sea posible y efectiva, se requieren cambios estructurales que permitan que la microeconomía acompañe la transformación propuesta en la macro. No basta con la voluntad del empresario; es fundamental que la política accione las palancas necesarias para que la competitividad no sea solo una exigencia unilateral, sino una realidad alcanzable.
El fin de la inflación como condición de base
La inflación crónica en Argentina ha obligado a empresarios y comerciantes a operar en un estado de incertidumbre permanente, con la necesidad de convertirse en expertos en manejo de crisis antes que en su propio rubro. Para que la productividad sea la variable que ordene la economía, es crucial consolidar un esquema de estabilidad monetaria que permita planificar a largo plazo sin que la toma de decisiones esté condicionada por la urgencia de la coyuntura.
Más allá de cualquier preferencia política, es difícil encontrar un argentino que no coincida en que el fin de la inflación es un alivio. El verdadero desafío ahora es que los argentinos no permitan que se vuelva a descarrilar y exijan que las políticas futuras estén diseñadas para evitar que el problema vuelva a instalarse en el tiempo.
El acceso al crédito como herramienta de desarrollo, no de especulación
En un contexto donde las tasas de interés suelen ser prohibitivas y las herramientas financieras han sido más cercanas al casino que al financiamiento productivo, es necesario garantizar que las empresas puedan contar con mecanismos de crédito que acompañen la inversión y el crecimiento. En países con economías más estables, el financiamiento accesible y predecible es la base sobre la que se construyen modelos empresariales sostenibles.
Desregulación laboral con mirada estratégica
Mientras la macroeconomía avanza hacia un esquema de mayor apertura y competitividad global, el marco laboral argentino sigue atado a estructuras rígidas que dificultan la adaptabilidad y la incorporación de talento. No se trata de precarizar el empleo, sino de modernizarlo para que las reglas sean compatibles con los mercados que buscamos emular.
Flexibilizar los esquemas de contratación, permitir modalidades laborales más dinámicas, reducir la carga de litigiosidad y bajar los impuestos al trabajo son pasos fundamentales para generar empleo genuino y mejorar la productividad. La formalización del empleo debe ser un objetivo compartido, y para ello es clave reducir los costos laborales que hoy dificultan tanto la contratación como la competitividad de las empresas.
Una carga fiscal que responda a la realidad productiva, no a la imaginación del Estado
La presión fiscal en Argentina sigue siendo uno de los principales factores que limitan la competitividad. En muchos casos, los tributos que pagan las empresas no guardan relación con la capacidad contributiva real ni con la calidad de los servicios que reciben a cambio. Si el sector productivo es el motor del desarrollo, la carga impositiva debería ser validada por quienes la sostienen y no depender de la imaginación desmedida de políticos que se perciben transeconómicos.
El desafío de la economía argentina no es solo ordenar la macro, sino permitir que la microeconomía pueda responder con mayor productividad y mejores servicios a la sociedad. Para eso, es fundamental que la dirigencia política acompañe este proceso con reformas que equilibren las exigencias con las condiciones necesarias para cumplirlas. Solo así el empresario argentino podrá dar el salto de la supervivencia a la competitividad real.