IMPORTANTE ESTUDIO

Respuesta autoinmune provoca infertilidad masculina

La investigación detectó una proteína de próstata llamada Transglutaminasa 4 la cual cursa con infertilidad.
sábado, 11 de julio de 2015 · 08:00
Virginia Rivero, (investigadora principal) y Rubén Motrich (investigador asistente), ambos del Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología (Cibici, Conicet-UNC) en Argentina, participaron recientemente en una investigación que identificó a una proteína de próstata llamada Transglutaminasa 4, como blanco de la respuesta autoinmune en la enfermedad humana conocida como Síndrome Poliendócrino Autoinmune tipo 1 (APS1), la cual cursa con infertilidad. El trabajo fue publicado en la revista científica Science Translational Medicine.
 
Esta colaboración, con importantes científicos del área y referentes a nivel mundial, fue producto de una larga trayectoria en la que los investigadores argentinos habían comprobado la importancia de la próstata en la fertilidad masculina y descrito un mecanismo de autoinmunidad contra esta glándula, que provoca un cuadro inflamatorio y tiene consecuencias negativas sobre la fertilidad masculina.
 
La tesis doctoral de Rubén Motrich, dirigida por Virginia Rivero, se centró en el análisis de las causas de un síndrome que se conocía hasta el momento como Prostatitis Crónica No Infecciosa o Síndrome de Dolor Pélvico Crónico.
 
Este cuadro afecta a hombres jóvenes y consiste en la inflamación de la próstata, con intensos dolores pélvicos que persisten por largos períodos –que van desde tres meses hasta varios años-, que pueden producir disfunciones sexuales e infertilidad.
 
La particularidad de este desorden radica en que es una inflamación crónica que no es consecuencia de procesos infecciosos, por lo que sus causas eran, hasta entonces, un enigma.
 
"Comenzamos a trabajar con la hipótesis de que este síndrome podría deberse a infecciones crípticas –ocultas- o a un proceso de autoinmunidad. Y descubrimos casos que respondían a uno u otro factor. En particular, nos centramos en el segundo y pudimos identificar que el 35 por ciento de los pacientes con este síndrome tenían una respuesta de linfocitos T autorreactivos contra proteínas de la próstata”, explica Motrich.
 
Es decir que en más de un tercio de los afectados el problema radicaba en una respuesta inadecuada del sistema inmune y no a un agente infeccioso externo. Imaginemos por un momento que las fuerzas de seguridad de un estado, repentinamente, comienzan a atacar a ciertos miembros de la comunidad que se supone deberían defender, por confundirlas con amenazas exteriores. Ese es el caso del síndrome autoinmune poliendócrino APS1 donde el sistema inmune "confunde” a una proteína producida por la próstata y busca eliminarla, como si fuese un peligro externo.
 
Esto es lo que causa la inflamación que detectan los médicos en la consulta, pero no sólo eso. "Cuando analizamos los resultados de nuestras investigaciones en conjunto, sorprendentemente nos encontramos con que aquellos pacientes que presentaban una respuesta autoinmune contra próstata tenían la calidad seminal muy disminuida. Asimismo, eran estos pacientes los que evidenciaban mayores niveles de mediadores inflamatorios en semen, con respecto al resto de los afectados”, asegura Rivero.
 
Los investigadores subrayan, además, que la colaboración en distintos niveles fue fundamental para lograr los resultados obtenidos. En primer lugar, la participación activa y el consentimiento de los pacientes fue indispensable, pero esto no podría haberse dado sin el aporte de los médicos urólogos de la Fundación Urológica Córdoba (Fucdim) y, en particular, de Rosa Molina, quien trabaja en el equipo y dirige el Laboratorio de Andrología y Reproducción de la ciudad de Córdoba. Finalmente, el trabajo mancomunado con referentes a nivel mundial fue lo que en este último trabajo posibilitó descubrir finalmente cuál es la proteína que funciona como autoantígeno y es atacada por el sistema inmune en el síndrome APS1: la Transglutaminasa 4.
 
El objetivo final de estos estudios consiste en conocer las causas de la inflamación y cómo son los mecanismos que operan. Esto puede colaborar, en lo inmediato y desde un punto de vista clínico, para formular un diagnóstico preciso. Pero además, en el largo plazo, puede incidir en la búsqueda de tratamientos racionales y más eficaces contra esta patología.
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