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Hijos únicos, no es ni bueno ni malo

Los especialistas desmienten lo que comúnmente se dice de los hijos únicos y admiten que esta condición no es ni buena ni mala, simplemente diferente.
jueves, 22 de octubre de 2015 · 08:45
Ser hijo único no es ni bueno ni malo. Con ninguno o muchos hermanos, la ecuación matemática no es precisamente lo que determina ser consentido, egoísta o caprichoso como colectivamente se piensa.

Más allá de los motivos por los cuales los padres deciden tener solamente un hijo, esta vez sí una operación numérica cada vez más frecuente, es inevitable que los chicos crezcan con ese estigma. Por más amigos que tengan, muchas salidas, innumerables cosas y momentos compartidos, siempre serán egocéntricos, malcriados e introvertidos.
 
Los especialistas coinciden en que lo clave en el desarrollo de un menor es la educación que recibe de su familia. Si es criado con las pautas y los límites adecuados, ese pequeño no necesariamente recibirá todos esos motes achacable a ser hijo único.

Para Mora Marengo, psicóloga y miembro del Instituto Sincronía, el desarrollo sano y el bienestar del niño no van a depender de si tiene hermanos o no, sino del estilo de crianza y educación que sus padres y entorno puedan brindarle.
 
"El vínculo que establece con sus papás y la educación que recibe son unos de los factores más importantes para el desarrollo de la personalidad del pequeño. Su comportamiento también va a estar motivado por los valores que cada familia le inculque. Con esto, se derriba el mito de que todos los hijos únicos son malcriados y egoístas", subrayó la experta en infancia.

Por lo general, las familias con un solo hijo suelen darle una dedicación exclusiva, lo que puede llegar a convertirse en un arma de doble filo. Si el niño se cree el centro del universo, puede volverse tirano.

"El ser hijo único no es algo que va a definir por sí solo el futuro del mismo. En la crianza de todo niño resulta muy importante la disponibilidad tanto física como emocional de sus padres. Pasar momentos de calidad con el niño, compartir actividades recreativas, intereses en común, animarse a jugar juntos", explicó Marengo.
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