UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA

Científicos de la UNC participaron en la detección de las ondas gravitacionales

Se trata de dos físicos cordobeses, implicados en el proyecto LIGO, una iniciativa abocada a probar la existencia de una de las más grandes predicciones de la Teoría general de la relatividad de Albert Einstein.
lunes, 15 de febrero de 2016 · 19:08
Científicos del Observatorio por Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO, por sus siglas en inglés) anunciaron la detección de ondas gravitacionales recientemente, una de las predicciones de la Teoría general de la relatividad postulada por Einstein hace un siglo.
 
Gabriela González y Mario Díaz son físicos formados en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la UNC (Universidad Nacional de Córdoba) y actualmente desarrollan sus carreras científico académicas en universidades de Estados Unidos.
 
Ambos están implicados en el proyecto LIGO, iniciativa abocada a probar la existencia de una de las más grandes predicciones de la Teoría general de la relatividad de Albert Einstein, hecho comprobado el 14 de septiembre de 2015 y dado a conocer hoy en conferencia de prensa desde Washington DC.  

De acuerdo a lo informado en una conferencia de prensa transmitida a nivel mundial a las 12:30 hora argentina, tales ondas gravitacionales fueron detectadas el 14 de septiembre de 2015 y habrían sido producidas por la fusión de dos agujeros negros, distantes de la Tierra unos 1.300 millones de años luz.

El experimento que confirmó la existencia de las ondas gravitacionales fue realizado en los observatorios gemelos que LIGO posee en Livingston (Louisiana) y en Hanford (Washington), ambos en Estados Unidos y distantes entre sí más de 3.000 kilómetros. Cada uno de estos detectores está compuesto por dos brazos de cuatro kilómetros de largo, dispuestos en L en un ángulo de 90 grados. En la intersección de ambos se ubica un interferómetro de gran escala, un dispositivo que utiliza rayos láser para realizar las mediciones más precisas del mundo.

Los láser emitidos por el interferómetro de gran escala recorren esos brazos, rebotan en espejos ubicados en sus extremos y retornan a su origen unas 200 veces. Al ser una perturbación en el espacio-tiempo que se desplaza a la velocidad de la luz, las ondas gravitacionales tendrían la capacidad de modificar ínfimamente la extensión de esos brazos de cuatro kilómetros. Y esto es efectivamente lo que detectaron los científicos de LIGO el pasado 14 de septiembre a las 5.51 am, hora de Estados Unidos.
Más de

Comentarios