se hizo viral

La carta de un médico residente que emocionó a sus compañeros

Un residente, luego de quedar sin efecto la propuesta que regulaba de manera inadecuada la actividad de residentes, médicos y concurrentes, compartió una conmovedora carta. ¡Leela!
jueves, 5 de diciembre de 2019 · 09:35

Se llama Gabriel Slubsci, tiene 27 años, es residente de cuarto año en el hospital Fernández de Buenos Aires, en el área de diagnóstico por imágenes.

Él escribió una carta en la que describe las duras situaciones que atraviesan los residentes en los hospitales y cómo repercutiría la ley que quedó sin vigencia, sobre la regulación de su actividad.

El sábado pasado, en pleno paro de residentes, Slubsci salió a tomar algo con sus amigos. Mientras volvía a su casa veía cómo en los grupos de WhatsApp de colegas se acumulaban los mensajes que giraban en torno al hartazgo frente a un sistema que, según ellos, genera problemas en la vida profesional y personal.

Entonces sintió que tenía que bajar esa cantidad de ideas y sentimientos que se encontraban en su cabeza e hizo lo que siempre hace cuando necesita canalizar algún sinsentido: se sentó a escribir.

A continuación te compartimos su descargo:

Miércoles. 22 hs. Primavera. Micaela sale despedida del hospital, rápido, para poder llegar a su casa lo antes posible y ganar la máxima cantidad de horas de sueño posibles. Hacía 40 horas que estaba allí dentro. Extraña a su hermanito, a sus viejos. No los ve desde mayo, cuando decidió mudarse a Capital para hacer la residencia. La semana que viene tiene que pagar el alquiler. Personalmente, no sabe cuándo lo va a poder hacer. Nunca sale antes de las 20 hs. Se angustia. Se toma un taxi. Son 20 cuadras, pero son 20 minutos más de sueño. Agradece poder hacerlo. Se va a dormir sin cenar".

Miércoles, 22 hs. Primavera. Llora Macarena. Llora porque perdió a su abuela hace tres meses y todavía no pudo ir a llevarle unas flores un domingo. Llora porque ella la entendía mejor que nadie. Llora porque se siente sola, porque se siente insegura. Porque con frases hechas acerca de su formación constante, de todo lo que le falta aprender, se olvida de lo que sí aprendió, y teme olvidarse de las noches donde su abuela le cebaba mate para acompañar su estudio.

Miércoles, 22 hs. Primavera. Agustina llora en su habitación. Se peleó con su novio, la relación no pudo aguantar el ritmo de una residencia. Pensó que ahora en segundo año sería mejor, pero de repente es la superior a cargo de una sala con decenas de camas y cuatro residentes de primer año que poco entienden. No hay médicos de planta para asesorar. La situación la estresa más que sus guardias de primer año, donde se sentía más acompañada, o por superiores, o ya al final, por otros compañeros que estaban en su misma situación. Ahora es la "jefa". Llora durante los días, se quiebra. Busca empatía en su vecina en el ascensor mientras baja a comprar un chocolate para endulzar la noche. La medicina es así, es vocación, encuentra como respuesta. A todos les toca, tengo un sobrino que pasó por lo mismo. Se baja sin emitir respuesta.

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