NOTA DE OPINIÓN

Al turismo le hacen falta más amigos

Una vez más Julio Lovece, Presidente de la Fundación Ushuaia XXI, nos hace reflexionar a cerca de nuestro accionar y proceder con respecto al turismo y nuetra relación con los visitantes extranjeros.
viernes, 14 de noviembre de 2014 · 00:00

"Sea amable con quien nos visita, el turista es un amigo que vuelve". Con este mensaje  propiciábamos, hace dos décadas, la toma de conciencia respecto a la trascendencia del buen desarrollo de la actividad del turismo y la importancia de atender bien a los visitantes.

Nuestro principal anhelo pasaba por lograr que la actividad turística formara parte de la agenda de una buena planificación de ciudad y se integrara, definitivamente, como política de estado. A decir verdad aún en el presente disponemos de algunos déficit en este sentido, pero no vamos a analizar en esta breve misiva, los logros y las frustraciones. Sin embargo resulta apropiado hoy, que estamos dando inicio a una nueva temporada estival, analizar algunas cuestiones que se deben considerar en los tiempos que estamos viviendo y que parecen tan diferentes a la realidad turística de los  80 ó 90.

En dichas épocas el desafío era lograr una mayor afluencia de visitantes. Más que la calidad nos desesperaba la cantidad. Si bien hay quienes siguen relacionando exclusivamente el éxito con la cantidad, hoy los pensadores del turismo nos sugieren que un destino turístico es exitoso, cuando mejores ingresos económicos genera, mayor es el número de beneficiados dentro de la misma comunidad receptora y, paralelamente, menor es el impacto sobre su naturaleza, atractivos y cultura.

Pero volviendo a la frase del inicio, para que un turista sea considerado un amigo y decida volver, no solamente debe ser bien atendido, también debe generar un círculo virtuoso que motive y garantice una buena atención. Si el turista comienza a verse como un estorbo, difícilmente sea bien recibido y mucho menos retorne. A menos claro que se trate de un patológico masoquista, pero en estas cuestiones, créame, no existen.

Vale entonces preguntarnos, ¿cuándo es considerado amigo un turista?, seguramente cuando éste genera beneficios en la comunidad receptora, decide conocer nuestros atractivos y hacer uso de nuestros servicios, en un marco de respeto y necesaria reciprocidad. Pero y ¿Cuándo un turista decide volver o recomendarnos? obviamente cuando lo que ha visto le ha gustado, pero sobre todo, cuando se ha sentido bien atendido y ha visto retribuido el esfuerzo y la inversión. Flaco favor le harán a la actividad aquellos prestadores de servicios que consideran intrascendente el buen trato a un visitante, pensando que en definitiva siempre habrá uno nuevo.

Estas reflexiones nos deben llevar a concluir que, así como existe un nuevo turista, también debe prevalecer un nuevo prestador de servicios turísticos. Si bien en nuestra ciudad, el empresariado y todos los demás responsables de los servicios pensados para el visitante, han madurado sustancialmente en estas últimas décadas, algunos de ellos suelen caer aún en la pretensión de capitalizar o monopolizar los beneficios de la actividad o para decirlo de otra manera,  no preocuparse por propagar estos beneficios en un mayor porcentaje de la población.

Otro aspecto a ser considerado, es el de mitigar los impactos potencialmente negativos que pueda tener el turismo, como el aumento del costo de vida en destinos con servicios dolarizados, pretendiendo que el residente se resigne a pagar lo mismo que un visitante  o, caso contrario, no haga uso de los servicios y productos pensados para el turista.

En todo caso lo que se lograr multiplicar con estas políticas, no son precisamente beneficiarios, sino rechazos hacia la actividad turística, al convencer al residente que no podrá disfrutar de lo mismo que disfruta el turista. En este mismo sentido es absolutamente contraproducente que muchos prestadores de servicios, discriminen al residente a la hora de ofrecer sus productos o servicios. Una manera de compensar, como ya lo hacen algunos buenos empresarios en la oferta de excursiones y en la gastronomía, es ofreciendo sus servicios con un descuento al residente, de esta forma también ganan clientes en la baja temporada.

En resumidas cuentas, resulta indispensable amigar a la actividad con el vecino y en la oferta de servicios, abrir el juego, el abanico de posibilidades y la necesidad que, quienes nos visitan, puedan conocer más, comer más, comprar más, en definitiva, generar mayores ingresos económicos. No haber logrado, por ejemplo, que el promedio de estadía del turista de verano, de los últimos 20 o 30 años, llegue a las tres noches, no habla bien de nosotros como destino turístico. Por otra parte, tampoco tenemos en claro la cantidad de reincidentes, ni siquiera en el invierno.  

Hay que programar permitiendo que el turista baje del micro, que camine por la ciudad, que disponga de un tiempo libre para otras excursiones no convencionales, que explore y pueda saborear otra gastronomía no prevista. Hay que RECOMENDAR PRODUCTOS DE ORIGEN LOCAL O PROVINCIAL, observar las nuevas ofertas de servicios y productos, que las hay y, muchas de ellas, de excelente calidad.

Ayudar a que todos los visitantes consuman, compren y lleven nuestros chocolates, alfajores, bebidas, dulces, artesanías,  nuestra gastronomía, que DISPONGAN DE TIEMPO Y GANAS DE CONSUMIR LA OFERTA CULTURAL, beneficiando de este modo a nuestros gestores culturales. Piensen que no es lo mismo que beban una cerveza importada o de Buenos Aires, que una hecha aquí en nuestra ciudad, de excelente calidad y acompañando a un sabroso plato típico. Alienten el consumo del producto auténticamente fueguino. Con ello mejoraran los beneficios en los pequeños y medianos empresarios y, consecuentemente, en los trabajadores locales y aumentará el grado de satisfacción del visitante, que asumirá a nuestro destino, como un lugar auténtico y singular.

Concentrar o monopolizar el turismo, no ayuda a fortalecer los beneficios que esta actividad genera. No permite una mejor y más amplia inclusión de la comunidad receptora, por lo tanto no enriquece la oferta, atenta en contra de la autenticidad y debilita la cultura. No debe haber escenografías o recorridos exclusivos para visitantes, sino un espacio de interrelación permanentemente compartido.

Feliz y exitosa temporada a todos.Julio César Lovece
Fundación Ushuaia XXI

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