El polo tecnológico de Tierra del Fuego está pasando por el momento más crítico en diez años: en medio del debate sobre hasta dónde se justifica sostener una industria sustitutiva de importaciones, ve empeorar sus números de forma palpable.
De las líneas de montaje llegaron a salir 1,3 millones de notebooks en los "buenos tiempos". Sin embargo, quitada la polémica barrera tributaria, los equipos fueguinos ya no tienen posibilidades de competir con los que llegan de países como China.
A medida que se acumula el stock y que aparecen anuncios de una mayor apertura comercial a la competencia importada, la tensión sube y el futuro se torna altamente incierto.
Según datos de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), en 2016 se perdieron en la isla 6.000 empleos y ahora están en riesgo otros 10.000. La dirigencia sindical anunció que se evalúa la toma de plantas como medida de protesta.
Pero los problemas no se agotan con las medidas de apertura arancelaria. En este momento hay algo incluso más preocupante que el caso puntual de la quita de incentivos para la fabricación de notebooks y tablets: el bajón del consumo en el mercado interno.