Salud mental: una materia aún pendiente
El hombre que destrozó a hachazos el BTF entraba con "cuchillos y sopletes" al CAPS
El conmocionante hecho ocurrido este mediodía en la central de Rosas y Maipú no es el único protagonizado por el mismo individuo, y pese a quedar documentado en videos se torna ya un peligro latente para la integridad de las personas, que requiere de una necesaria intervención profesional.La ciudad de Ushuaia permanece atónita por el preocupante episodio que se reportó hoy en las oficinas administrativas del Banco Tierra del Fuego, donde un hombre muy alterado y con signos de un importante desequilibrio emocional ingresó a discutir con los empleados, para luego destrozar los vidrios a golpe de hacha, ante el pavor de los presentes.
Tras la intervención policial que devino en la aprehensión de esta persona, y cuando todavía reinaba la confusión por el suceso, finalmente a través de los videos divulgados por las redes sociales se pudo comprobar que el responsable del ataque es un ciudadano con problemas de esquizofrenia y/o psiquiátricos, quien ya había protagonizado en más de una ocasión arremetidas de similar tenor.
En efecto, el antecedente más recordado data de la era pre-pandemia, en febrero de 2020, cuando esta misma persona había ingresado al CAPS N°8 del Barrio Pipo, y se había tornado agresivo con el personal. También capturado por la filmación de un empleado, se podía observar a este sujeto en el mostrador del periférico, solicitando "que llamaran a la policía o que le mandaran una ambulancia porque necesitaba ver un oculista".
La situación en aquella ocasión fue escalando a punto tal de que el hombre, luego de insultar en repetidas ocasiones a los empleados, totalmente sacado y fuera de sí termina golpeando de sendos puñetazos una computadora y un monitor, estrellándolos y destrozándolos contra el piso, para luego gritar una y otra vez "Dame una ambulancia, hijo de p..." y retirarse del lugar.
Según contaron entonces a este medio, previo a ese episodio documentado este mismo sujeto solía llegar a la misma oficina con fierros, cuchillos y sopletes, poniendo en serio riesgo la integridad de las personas al no saber nunca de qué forma podría reaccionar, producto de su compleja situación mental.
"Va a provocar una agresión fatal. Cuando no tiene la medicación, o no la toma, tarde o temprano va a terminar en la muerte de algún compañero", sentenciaron desde el CAPS.