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¿Sabías que la obsesión por viajar tiene nombre?

Se llama síndrome Wanderlust y es mucho más que las ganas de irse de vacaciones. Es la necesidad por descubrir nuevos lugares y diferentes culturas alrededor del mundo.
domingo, 5 de enero de 2020 · 00:00

El Síndrome Wanderlust representa la obsesión por viajar que sienten algunas personas. Un deseo que surge de una “necesidad” fuera de lo común, de conocer nuevos rincones y descubrir otras culturas y no simplemente por "irse de vacaciones".

Su origen proviene de Wandern (excursión, viaje, paseo) y lust (deseo). La traducción literal de Wanderlust sería “pasión por los viajes”, similar al significado de “dromomanía” definido por el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como un inclinación por de más u obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro.

Hasta hace poco tiempo, los viajes por placer buscando aventuras que contar y dando rienda suelta al espíritu viajero de los jóvenes era algo inimaginable. El síndrome Wanderlust es mucho más que las ganas de irse de vacaciones, que de alguna manera todos las tenemos, es una necesidad que arrastra la pasión por viajar y por descubrir nuevos lugares y diferentes culturas.

Este síndrome afecta a hombres y mujeres, comúnmente entre los 20 y 40 años. Tienen un impulso irresistible de salir, aman escaparse a cualquier parte del mundo y siempre están buscando nuevos destinos.

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¿Es genético?

Existen personas que no sienten esta necesidad de viajar, que no se mueve en ellas una inquietud especial por descubrir lugares. Se plantean las vacaciones como un tiempo para descansar y estar tranquilos o quizá para marcharse a un hotel y desconectar de preparar comidas o limpiar.

Este planteamiento es el contrario al síndrome Wanderlust, donde reina la necesidad de no estar mucho tiempo en un lugar y el deseo de viajar se convierte en el centro de la vida de quienes lo "sufren" de alguna manera.

Más allá de una moda, algunos expertos aseguran que el espíritu aventurero o síndrome de wanderlust en realidad se encuentra en nuestro genes, y más concretamente en el denominado DRD4-7r, un receptor de dopamina (neurotransmisor del placer) que ha sido bautizado como “el gen viajero”.

David Dobbs, investigador de Nacional Geographics, dice que este gen provoca que las personas que lo tengan “acepten mejor los cambios y la aventura, y también se sienten con mayor afinidad para asumir riesgos en cuanto a nuevas ideas, comidas, relaciones, etc”.

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