Éstas fueron las palabras del Sumo Pontífice, al recordar durante su tradicional bendición "Urbi et Orbi" (A la ciudad y al mundo) en el Vaticano a los cristianos perseguidos en Irak y Siria, el conflicto ucraniano, la epidemia del ébola en África Occidental y a los niños que sufren abusos.
"Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo, ha nacido. Ha nacido en Belén de una virgen, cumpliendo las antiguas profecías”, inició el pontífice su discurso de Navidad.
"Para él, el Salvador del mundo, le pido que guarde a nuestros hermanos y hermanas de Irak y de Siria, que padecen desde hace demasiado tiempo los efectos del conflicto que aún perdura y, junto con los pertenecientes a otros grupos étnicos y religiosos, sufren una persecución brutal”, manifestó según el sitio oficial de noticias de la Santa Sede.
Asomado en el balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro, y ante un multitud de fieles que se congregaron en el lugar, Francisco pidió "que la Navidad les traiga esperanza, así como a tantos desplazados, niños, adultos y ancianos, de aquella región y de todo el mundo”.
"Que la indiferencia se transforme en cercanía y el rechazo en acogida, para que reciban la ayuda humanitaria necesaria para sobrevivir a los rigores del invierno y puedan regresar a sus países y vivir con dignidad”, añadió.
En su mensaje, cargado de un alto contenido social, Jorge Bergoglio también pidió por "la paz de todo el Medio Oriente” y por las víctimas del conflicto en Ucrania, país tironeado entre Rusia y Europa, donde instó a "superar las tensiones, vencer el odio y la violencia y emprender un nuevo camino de fraternidad y reconciliación”.
Solicitó, además, que Jesús "consuele a las familias de los niños muertos en Pakistán la semana pasada" y que sea cercano "a los que sufren por enfermedad, en particular a las víctimas de la epidemia de ébola, especialmente en Liberia, Sierra Leona y Guinea".