"Abrazando un sueño" de 18.000 kilómetros

La increíble aventura de una vecina de Ushuaia que se animó y cruzó dos veces el país de punta a punta

Gabriela Aballay enfrentó todo tipo de adversidades, desde las peligrosas tormentas del norte argentino hasta fallas técnicas en medio la ruta, para concretar el deseo que la acompañó toda su vida al que destacó como un proceso de autodescubrimiento. Asegura que es la primera mujer que llevó a cabo esta experiencia sin estar acompañada.
viernes, 2 de febrero de 2024 · 21:56

Toda una proeza. Así podría resumir lo que consiguió una vecina que reside en Ushuaia y quien sin más se lanzó a fines del año pasado en solitario a la ruta con su moto para concretar un sueño, el de toda su vida: unir la ciudad más austral con La Quiaca. Pero no se contentó con hacer solo ese tramo, ya que decidió también encarar la travesía inversa de Jujuy hasta el Fin del Mundo: y lo logró.

 

Gabriela Aballay (53) nació en Córdoba pero se mudó a la isla hace 15 años para establecerse junto a su familia. En 2019 compró una Mondial 254 HD y comenzó a fantasear con la aventura de tomar las rutas argentinas, a raíz de su amor por el Norte argentino, aunque la idea se frenó debido a la pandemia iniciada al año siguiente.

 

“Siempre supe que lo iba a hacer, pero en 2023 me independicé del tema laboral y hubo una serie de cosas buenas que en definitiva me ayudaron a concretarlo. Comencé a prepararlo en octubre y el 4 de diciembre salí a las 8 de la mañana desde Ushuaia”, explicó en diálogo con InfoFueguina.

 

 

Impulsada por el deseo de apreciar los paisajes de la Quebrada de Humahuaca a bordo de su compañera, Aballay tomó la Ruta 3 con el objetivo de ir primero a Córdoba a pasar las fiestas con su familia y después a San Luis para visitar a algunos amigos. Hasta que finalmente comenzó la aventura hacia La Quiaca que culminó en 32 días.

 

Llegué el 5 de enero a La Quiaca y es un mundo tan lindo que vale la pena transitarlo. Cada viaje tiene sus cositas lindas pero yo rescato a la gente. En la ruta todos queremos lograr ese objetivo que te propusiste cuando lo armaste, pero te van pasando cosas: encontrás gente, te demoras un poco más, avanzás. Pero siempre el objetivo es tu viaje”, destacó.

 

Sin embargo, la travesía no estuvo exenta de riesgosas adversidades como enfrentar las grandes tormentas tucumanas y los desperfectos técnicos de la moto que se iban presentando en situaciones no esperadas. Por esta razón, Aballay destacó el apoyo de todas las personas que se encontró en esos casi 19.000 kilómetros de recorrido.

 

“En todos lados me recibieron muy bien y me siento muy agradecida. Sobre todo de los que me ayudaron cuando casi se me reventó una rueda, o cuando me cambiaron la transmisión y me estiraban la cadena. Pero me aferré más a lo que quería que era mi tranquilidad, necesitaba viajar, terminar este viaje tranquila y así lo hice. El casco me ayudó muchísimo y quizás necesité pasar por esas situaciones”, remarcó.

 

 

-¿Qué considerás que es lo más destacable de tu experiencia?

-El momento de cumplir mi sueño que era llegar a La Quiaca. Lloré tanto que me olvidé del calor que hacía. Pero todavía no caigo de este viaje, de todo lo que me pasó en la ruta, te ayuda a tener otra perspectiva de lo que estás viviendo en el momento de estar quieto. Cuando te vas, empezás a evaluar todas las cosas que estás haciendo, tenés 25.000 respuestas y todas te la del casco. Es el mejor psicólogo.

 

-¿Recordás alguna historia que fue trascendental para vos en esos momentos?

-En un lugar no pagué camping porque me reconocieron por los muñequitos que llevaba en la moto que son de mis nietos. Era todo lo que necesitaba para saber que ellos también viajaban conmigo, y créeme que me hicieron falta cada vez que algo me pasaba en el viaje y les pedía ‘¡Vamos que tenemos que seguir con La Mandamás (así se llama la Moto)!' Eran mis cábalas".

 

 

Aballay también destacó el momento en el que retornó a Ushuaia desde La Quiaca, bajando por toda la Ruta 40 hasta Mendoza, hasta tomar La Pampa y retomar la 3 hasta el fin del mundo, donde todos sus seres queridos la esperaban emocionados para celebrar su proeza.

 

Llegué a Ushuaia el 27 de enero a las 6 de la tarde y ver a mi familia, a mi hijo emocionado hasta las lágrimas que me dijo ‘¿Viste que podías?, más el recibimiento de mis amigos fue sumamente emotivo. Mi nieto con un cartel y globos que me abrazaba tan fuerte que no podía bajarme de la moto. Ojalá todos abracemos nuestros sueños, tan fuerte, que el Universo no tenga más opción que cumplirlos. Por eso la calco de mi moto reza "Abrazando mi Sueño", concluyó.

 

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